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Las Rondallas de Jota Aragonesa
Las rondallas existen
en toda España y surgieron en principio como acompañamiento a las manifestaciones
folclóricas, muy en especial a la jota. Con el tiempo, se perfeccionaron, hasta
el punto de estar en condiciones de interpretar piezas de concierto. En el Congreso
Internacional de Música Folclórica de Sao Paulo (Brasil), en 1954, se adoptó
esta definición: ·Música folclórica, es el producto de una tradición musical
que ha ido evolucionando y transmitiéndose oralmente·. Se aceptan pues la continuidad
de la evolución musical, las variantes que van surgiendo y la selección de la
comunidad.
El término rondalla procede de ronda, de rondar, y este
vocablo se aplicó para dar nombre a los conjuntos instrumentales de pulso y
púa. Existen rondallas en cantidad de pueblos, en casi todos; y están constituidos
generalmente por guitarras solas, o guitarras, bandurrias y laúdes. Excepcionalmente,
los componen guitarras, requintos, hierros y panderetas. En algunos lugares,
se emplea la caña rajada (a modo de antiguos crótalos) y hasta la botella de
anís con estrías, para que al rascarla con algún instrumento (una cuchara generalmente),
emita una especie de trémolo rítmico. La rondalla desempeña su función principal,
en la ronda. Solo cuando se llega a un grado superior de perfeccionamiento,
la rondalla comienza a interpretar obras de concierto.
A diferencia de la jota bailada y cantada, la rondalla
puede subsistir por sí sola, pues aquellas otras precisan de la citada rondalla
para manifestarse. En los tiempos primitivos, no ocurria así, pues el acompañamiento
al canto se hacía con las palmas o algún utensilio que se golpeaba con ritmo:
botellas de anís, ollas, morteros, vasos, cucharas y la cántara que hacía de
bajo. Las barberías de los pueblos, contribuyeron extraordinariamente a hacer
de escuelas de rondallistas; era raro el barbero que no supiera tañer la guitarra
o la bandurria.
Los grupos rondallísticos, surgieron como manifestación
musical eminentemente popular al servicio de folclore y para las noches de ronda.
Por este camino, aglutinaron todos los elementos integrantes de la jota y de
ellos dependieron los cuadros joteros. Por otra parte, el tecnicismo musical
introducido en algunas rondallas, ha puesto alguna vez en peligro la pureza
de la jota. Han introducido variantes en demasiado número, como para alejarlas
del genuino folclore. Ya existen más de doscientas variaciones de jota. En principio,
las variaciones fundamentales de las melodías joteras, no superaban la docena.
Es razonable que las rondallas busquen su lucimiento, pero para eso, están las
obras de concierto.
Cuando la rondalla interpreta la jota, se inicia con
los clásicos cuatro acordes, amplios y bien rasgados, sobre la tónica y que
se corresponden a cada una de las partes del primer compás y a la primera del
segundo; a continuación entra la melodía (de la jota propiamente dicha) con
la primera de las variaciones, que consta de ocho compases divididos en dos
miembros de cuatro compases cada uno. Tiempo atrás, se solía repetir la melodía
de cada variación. En la ronda, los cantadores entran a cantar generalmente
con el inicio del primero de los cuatro compases últimos de la variación (interrumpiendo
esta, en la misma mitad). En las rondaderas, se rompe un tanto la norma y es
frecuente que cada cantador ·entre· cuando la espontaneidad de la ronda se lo
pida. El número de variaciones entre canta y canta, es variable según las circunstancias,
donde se detenga la ronda y donde haya que entonar la copla. En los concursos,
se exige que el cantador o cantadora se ajusten para las tres coplas, a los
veinticuatro compases de otras tantas variaciones. Cuando la jota es de estilo,
la rondalla ejecuta habitualmente dos variaciones tras los cuatro acordes iniciales,
y una tercera de ·entrada· con cuatro compases que corresponden siempre a idéntica
melodía. Una vez que ha ·entrado· el cantador o cantadora, el acompañamiento
va a cargo de las guitarras, con acordes y bajos, mientras que las bandurrias
y laúdes marcan el compás con un ligero toque.
Para el acompañamiento del baile, una vez que la pareja
o parejas han salido, la rondalla se ajusta al ritmo que exige el estilo y el
cantador ·entra· interrumpiendo la variación rondallística, del mismo modo que
en las jotas de ronda. El tono es en La mayor. El baile se inicia con la primera
copla y serán los bailadores los que marquen al cantador o cantadora, cuando
haya que ·entrar· para las dos coplas siguientes, puesto que el baile de la
jota se divide en tres partes.
Demetrio Galán cita a la guitarra como instrumento
básico de las primeras rondallas, bien sola o acompañada del guitarro y del
requinto. Así fué como surgió la jota punteada y que los antiguos llamaron ·repunteada·.
No hace mucho, pocos rondallistas o tañedores sabían solfeo. Como mucho, dominaban
la cifra. De unos a otros, iban transmitiendo sus conocimientos. Empezaban por
conocer la posición de los dedos de la mano izquierda sobre los trastes correspondientes
a cada nota, mientras que la mano derecha se encargaba del rasgueo. Actualmente,
el solfeo es común a la mayoría de los tañedores, con lo que las rondallas se
han profesionalizado, si bien se puede echar a falta, cierto grado de improvisación
de cada intérprete.
Aunque existen antecedentes aislados de rondas y serenatas
con participación de guitarras, laúdes y bandurrias, ya en el siglo XVI, la
denominación de rondalla, no aparece en Aragón hasta el primer tercio del siglo
XIX. Los primeros rondadores de que se tiene noticia, están en Zaragoza y son
protagonistas de una rivalidad, que ha dado lugar a anécdotas que rozan entre
la historia y la leyenda. Son las rondallas Alta y Baja o del Gancho y del Gallo.
Estas, participaron en el homenaje que se le tributó en Zaragoza, al rey Fernando
VII y su esposa Josefa Amalia de Saboya, fue entonces cuando la jota cantada
adquirió carta oficial de naturaleza.