Huesca temática

Número 175 - Febrero-Abril de 2013 English language Menú pfrincipal


Bandaliés

La paz en la llanura
tutelada por la montaña

    Lugar de Loporzano, en la provincia de Huesca (Hoya de Huesca), que tenía 48 habitantes en 2010. Altitud: 502 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca apenas 10 kilómetros. El gentilicio es "bandaliesino".
    Estamos en el Somontano oscense, mirando el Tozal de la Sierra de Guara, pero en el llano afín, cerca del río Flumen y más cerca todavía del arroyo Ripa, a nueve kilómetros y medio de la capital, bajando ya la hondonada donde las estribaciones montañosas se pliegan y difuminan para que el horizonte vuelva a ser ancho y limpio; el viajero consigue que la vista se pierda en el paisaje que le rodea. Tan solo al elevar los ojos podrá contemplar -en color ocre, gris o azul, según las distancias-, la soberbia ondulación de cumbres que pugnan por alcanzar las nubes, que consiguen con harta frecuencia.
    A dos kilómetros y medio de la carretera de Huesca-Barbastro (la de Lérida) reposa plácidamente Bandaliés, entidad de población que parece dormida entre silencios seculares; municipio antaño, lugar de Loporzano en la actualidad. Siguiendo por el ramal secundario, se deja atrás el desvío para Loporzano y Vadiello. Abajo, a 502 metros de altitud, las casas de Bandaliés se asoman tímidamente a la carretera. Casi se puede circunvalar el casco urbano, sin entrar en éI.
    Por la parte posterior, hacia la localidad de Ayera, las aguas de una vieja balsa pregonaron las sequías de otros tiempos; la enea crece en el centro mismo del estanque, hasta poblarlo casi por completo. Unos jóvenes pasean por las inmediaciones. Aún quedan algunos. Pero apenas se les ve entre semana, salvo los sábados y festivos. Hay días y horas en que el pueblo parece abandonado. No se ve un alma por las calles y plazas. Sin embargo, en las paredes que dan a la carretera luce una palabra en grandes caracteres: ~Alfarería~. Se repetirá otra vez para que el viajero no se pierda. En este caso, la circunvalación al caserío se efectúa ya por un camino interior.
     El alfar puesto en marcha por Julio Abió Berdiel ha estado recuperando, a fuerza de dar vueltas y más vueltas, siete siglos de tradición artesana, que es tanto como se remonta la historia de la cerámica popular de Bandaliés. Hay quien asegura, incluso, que el lugar fue centro de la alfarería aragonesa. Las piezas salidas del torno, modeladas por las manos del alfarero, se alinean en espera de entrar en el horno, camino de su proceso definitivo.
     Lo cierto es que Julio Abió decidió regresar un día, allá por el año 1979, para insuflar nueva vida al viejo alfar de la familia Carrera. Así pues, el rítmico girar del torno transmitió nuevos latidos existenciales a la población. El alfarero de Bandaliés había bebido en aquellas mismas fuentes, se había formado allí, moldeando el barro con sus propias manos, y quiso retornar a los origenes para que resurgiera, otra vez, la cerámica popular.
   Julio Abió Berdiel se propuso, de modo consciente, encontrar la raíz perdida en el devenir de los tiempos. Su labor es admirable y bien merece el público reconocimiento. Sobre la puerta de la casa, humilde en su apariencia externa, se repite la misma palabra ya sabida: "Alfarería de Bandaliés" o "Alfarería". Hubo un tiempo, hace años, en que un rosal trepador se encaramó por la fachada; alcanzó el balcón y la ventana, y una vez en el tejado, ensanchó su color y su aroma esparciéndolo por el entorno. Es como un símbolo de que la vida volvía para ofrecernos las mejores esencias.
      El viajero está rodeado por caserones y nobles edificios de piedra sillar, grandes portalones y piedras armeras; fiel indicio de la influencia de Montearagón.

      Bandaliés, aunque se asienta en la llanura, tiene el trazado de sus calles y plazas a distintos niveles, con suaves pendientes. Luce, en dos de sus esquinas, sendas fuentes. El edificio de la iglesia parroquial, de proporciones monumentales, no parece anterior al siglo XVI, aunque bien pudo ser edificado sobre otro más antiguo. La fábrica es de piedra sillar y tiene torre campanario cuadrada, de dos cuerpos, el primero de piedra también y el segundo de ladrillo, con las aristas matadas. Se eleva a escasa altura y remata con una especie de terraza, con su correspondiente balaustrada. Da la sensación de que la torre no llegó a concluirse.
      Sobre la fachada cuelga una lápida donde figura grabada la fecha de la última restauración (en 1967) y de entonces data también la consagración del altar mayor. Algunas casas muestran extraordinarios portalones renacentistas, con la piedra trabajada artísticamente, formando relieves simétricos. Sorprende y maravilla su simple contemplación, junto a los escudos nobiliarios y a las rejas de forja.
      El pueblo parece sumido en la calma de su pasado legendario, que a buen seguro discurrió igual de tranquilo, pues el censo mayor de habitantes que se recuerda apenas sobrepasa los dos centenares y medio. En la actualidad apenas son cincuenta, más o menos. Impresiona tanto silencio entre calles y plazas, entre viejos caserones donde quedó anclada la historia.

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      Con el retorno del barro aumentó la esperanza de una vida más intensa, de un futuro distinto al anterior. Alguien me habla de su pueblo, de los tesoros que conserva la iglesia. -Si la viera por dentro ... Es preciosa. -¿A quién está dedicada? -Creo que a la Natividad de la Virgen -la buena mujer no parece muy segura-, porque celebramos las fiestas el 8 de Septiembre. Hay otras, el 29 de Abril, en honor de San Pedro mártir. Surge la duda de quién será el titular de |a iglesia parroquial; si la Natividad de la Virgen o San Pedro mártir. Pero el detalle no importa demasiado. No aseguran que haya una ermita dentro del término municipal.
      Tal como sucede en tantos otros lugares de nuestra tierra, Bandaliés también se anima los fines de semana. Apetece respirar una paz y un sosiego así de profundo, a solo 10 kilómetros de la capital. De paso, existe la posibilidad de contemplar de cerca cómo surge, día a día, la cerámica popular, hasta el punto de que el lugar recuperó su importancia como centro alfarero aragonés. Siete siglos de historia y tradición artesana encuentran hoy su necesaria continuidad.

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 Fotos de Bandaliés  Al fonso Zapater  Manuel Tomé *  Alfonso Zapater
** Manuel Tomé Bosqued


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