Particular
lugar
cargado de historia y leyendas
Es una villa de la provincia de Huesca,
situada en el somontano de Barbastro. Tiene unos 166 habitantes.
Su altitud: es de 616 metros sobre el nivel del mar. Dista de
Huesca 41 kilómetros. Gentilicio: adahuescanoy también
aboscano.
Hay que subir a la planicie tomando
como referencia la sierra de Sevil, en pleno somontano; el río
Vero por un lado y el Alcanadre por otro. La tierra ocre y a
veces roja, se cubre con el gris de los olivos, o con el verde
de los almendrales o con el amarillo casi transparente de los
viñedos.
Arriba se alcanzan los 616 metros de
altitud sobre el nivel del mar. Pedro Arnal Cavero, nacido cerca de
alli, en Alquézar, cantó como nadie el somontano oscense, a 17 kilómetros
de Barbastro en este caso y a 41 de Huesca. En Adahuesca soplan vientos
de llanura. El paisaje extiende su panorámica para abarcar toda la
comarca. Jesús Conte Oliveros, natural de Abiego, ha escrito también
lo suyo sobre estos pueblos que comparten afanes comunes, porque son
herederos de una misma historia. La ruta es conocida, frecuentada
en múltiples ocasiones como paso para otros lugares más alejados.
Pero llega un momento en que es necesario reposar la andadura y detenerse
en el primer pueblo que asoma a orillas de la carretera, cruce de
caminos. La piedra da firmeza al paisaje y está presente incluso en
las calzadas de los campos.
El casco urbano es como una sorpresa,
porque el pintoresquismo asoma por todos los rincones. Se estrechan
las calles hasta casi juntarse en la altura a través de los
aleros. En los edificios alternan la piedra y el ladrillo. Abundan
los grandes portalones dovelados, con remate en arco de medio
punto. A las calles les suceden las plazas o plazuelas, remansos
para el Sol y las plantas que cuelgan de muchas puertas, balcones
y ventanas. Vienen al recuerdo algunos nombres autóctonos, como
se conocían a la plaza de la Villa, calle Baja, del Medio,
del Portal, del Saco, de la Iglesia, del Hospital, de las Santas,
... Surge algún otro de bautismo más próximo, sin duda,
dedicado a Juan XXIII. El resto es carretera, hasta donde asoman
los edificios más nuevos.
La iglesia parroquial, de aspecto catedralicio,
es de estilo barroco, del siglo XVI. Preside la plaza, donde
los edificios de rancio sabor se miden con otros de moderna
factura. Hay escasa animación en las calles, por lo general
excelentemente cuidadas. El arroyo de Alcantarilla, que cruza
el pueblo, ya no da los sustos de antaño. En las proximidades
se ha contado con tres balsas, conocidas por los nombres de
los Fallos, del Pozallo y de los Valles. Adahuesca cobró fama
-y la sigue manteniendo- por el martirio de Nunilo y Alodia,
descrito así por Augusto Sánchez:
«Existe la tradición de que
el dia 21 de Octubre de 840 fueron martirizadas las niñas Nunilo
y Alodia, de unos doce años de edad, que eran hijas de padre
musulmán y madre cristiana. A la llamada Nunilo le dan también
los nombres de Ninilón, Nunilona, Nunila, Nunita y Nuviliona.
Su madre supo inculcarles la fe cristiana; y cuando, por desgracia,
se quedaron huérfanas, un pariente de su padre quiso que renegaran
de su fe y logró convertirse en tutor con plenos poderes para
administrar sus bienes. Las dos niñas vírgenes defendieron con
tanto ardor la fe de Cristo, que su pariente las denunció a
Calaf, que era el juez musulmán residente en Alquézar. Éste
las hizo comparecer ante él, y no encontrando en ellas motivo
para castigarlas, las dejó en libertad. El pariente, ambicioso,
las denuncio al valí Zumanhil, que era visir de Abderramán II
en Huesca, el cual, con refinada crueldad, las mandó decapitar.
Sus cadáveres fueron abandonados en un monte para que sirvieran
de pasto a las aves de rapiña, pero éstas las respetaron en
su totalidad. Al cabo de algún tiempo se dijo que de los dos
cuerpos de las vírgenes mártires salian resplandores
por la noche, y cuando este hecho llegó a conocimiento de Zumanhil,
ordeno que arrojaran los cadáveres a un pozo». 
Llegando a este punto, la tradición
señala, por una parte, que los cristianos extrajeron aquellos
cuerpos del pozo y comunicaron el rescate a Íñigo Arista,
quien dispuso que fueran cedidos al monasterio de San Salvador,
de Leyre, según privilegio dado en 18 de Abril de 842; por otra,
se dice que este traslado se verificó merced a la influencia
de una infanta de Aragón casada con un jefe moro.
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El caso es que, posteriormente, algunas reliquias
de las santas Nunilo y Alodia fueron cedidas a su pueblo natal de
Adahuesca, donde construyeron una capilla en su honor.
Conviene dejar la tradición en su sitio
y las reliquias de las santas mártires expuestas a la pública
veneración. El origen hay que buscarlo en la fe de un pueblo,
que ha sabido asumir su historia remota.
El actual bautismo del lugar tuvo sus
antecedentes en Ahosca y Abosca. Su término municipal ocupa
6,60 kilómetros cuadrados. El agua, de suyo escasa, constituyó
siempre un problema, si bien ha sido superado andando el tiempo,
pero ya en el siglo XlI se registraron algunos pleitos por ese
motivo, hasta que se suscribió el documento de concordia con
Alquézar, el 13 de Mayo de 1148, sobre el azud y la correspondiente
toma de aguas.
En Adahuesca nació Antonio de
Naya y Molina, primer barón de Alcalá. El título le fue otorgado
por Carlos II, el 13 de Marzo de 1700. Posteriormente, Felipe
V le concedió asimismo el título de marqués de Viñuales. Así,
con los pies en el pasado, Adahuesca mira al futuro. Extiende
su mirada por la amplia panorámica. Y peregrina al santuario
de Nuestra Señora de Treviño, una joya del románico (monumento
histórico-artístico) enclavada dentro del término municipal.
El claustro conserva algunos detalles góticos, apenas perceptibles
en nuestros días, por cuanto sufrió importantes destrozos.
Guitart Aparicio recuerda que "tenía dobles columnas que
soportaban arquerías rebajadas de ladrillo, fruto éstas de alguna
reforma; subsiste la bóveda de crucería que protege la portada
románica".

Para el 25 de Agosto llegan las ferias
y fiestas. Entonces se anima más el pueblo. El Verano es allí,
de cualquier forma, plácido y tranquilo, con posibilidades de
excursionar a las sierras próximas.
Los pueblos del somontano tienen la
vida asegurada. Buscaron el término medio para su asentamiento,
a mitad del camino entre las tierras altas y las bajas. La historia
se repite como una constante, forjada día tras día, con los
recuerdos y tradiciones sucediéndose con impulso renovador.
En la solana del atardecer, algún
anciano puede rememorar esa historia viva que a todos abarca
y compromete. ¿De qué sirve mirar la lejanía si nos olvidamos
de lo que tenemos delante mismo, al alcance de la mano?. Adahuesca
llevó su caserio donde la panorámica se abre a los horizontes
totales. Desde allí se alcanza a ver cuanto uno precisa para
satisfacer su necesidad.
Un moderno Centro de Interpretación
de Leyendas y Tradiciones de Adahuesca se ha preocupado de mostrar
qué es y qué ha supuesto la localidad por su contenido
histórico y social. Se encuentra en la Plaza de San Pedro,
s/n. Está abierto en horario de Verano: de 10 h. a 14
h. En Invierno: de 10 h. a 14 h. Sábados y Domingos: todo el
año Semana Santa, Navidad y puentes. En Verano desde el 1 Julio
al 15 Septiembre. Se cierra los Martes. El teléfono de información
es: 974 30 83 50.
Adahuesca cumple a la perfección su papel de atalaya y punto de partida para excursiones a la inmediata
Sierra de Guara. A tal fin, los establecimientos de hostelería existentes en el lugar, como casas de Turismo Rural y
restaurantes, están perfectamente preparados para cubrir las necesidades más exigentes.
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