Sorprendente,
histórica y acogedora
Villa de la provincia de Huesca,
situada sobre la margen derecha del río Guatizalema. Con unos
340 habitantes. Altitud: 437 metros sobre el nivel del mar.
Dista de Huesca 22 kilómetros. Gentilicio: sesano.
Desde Huesca capital hay que
seguir por la carretera de Monflorite y de Albero Alto, hasta
Novales. Allí, la llanura característica de la Hoya se altera
con relieves montañosos, de tierra ocre alternando con roquedales
del mismo color. En lo alto, los castillos comunicándose ópticamente
entre sí. Desde Novales se avista Sesa, cuya fortaleza se alza
también en la cota máxima, sobre el núcleo urbano del pueblo.
Como casi siempre, se da el fenómeno clásico de iglesia-castillo.
Abajo se extiende la planicie,
con una rica vega regada por el río Guatizalema y el canal del
Cinca. Es lo suficiente para retener a la población, aunque
el número de habitantes ha descendido sensiblemente en relación
a principios de siglo pasado, que tenía un censo de 834, casi
quinientos más que ahora. Las calles se estructuran a partir
de la carretera de acceso, a la sombra del castillo y de la
ermita de la Virgen de la Jarea, que luce ábside poligonal.
La iglesia parroquial está dedicada a San Juan Bautista y es
románica, de principios del siglo XIII.
Sesa fue sobrecullida, vereda y corregimiento de Huesca y su
primera mención data de 1103, fecha en la que Pedro I de
Aragón dio a la catedral oscense el castillo de Sesa. El
obispo Arnaldo dio heredades, en 1133, a quienes fuesen a
poblar el lugar. El castillo, en consecuencia, se convirtió
en residencia episcopal, dado que el obispo de Huesca ostentó
durante siglos el señorío de Sesa.
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Se tiene noticia que esta fortaleza
fue solar de los Aysa, en el siglo XVII, y allí nació el primer
marqués del Castillo de Aísa, el 30 de Julio de 1696. Con anterioridad,
el 25 de Marzo de 1364, se acordó también en este castillo la
boda de la hija del rey Pedro IV, doña Leonor, con don Enrique
de Castilla. Por estos y otros acontecimientos sobresalientes,
la villa recibió privilegios en varias ocasiones.
Los sistemas de riego son tradiciones, pues se tiene
constancia de que ya en 1179 el obispo de Huesca eximió a
los vecinos del pago de una cantidad de cereal a cambio de
que construyeran una acequia y se cuidaran de su conservación..
El pueblo se ve próspero
desde la carretera, alzado sobre un montículo en el que
destaca "el castillo" y la Ermita. Arriba disfrutaremos
de unas excelentes vistas del contorno, pueblo y horizonte.
Abajo, en la misma carretera, puede apreciarse un atisbo casi
industrial, con algún taller mecánico, almacenes,
que resultan ajenos al casco urbano.
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