Gentilhombre
y mecenas de Huesca
La familia de D. Vincencio Juan de Lastanosa
(1607-1681), son procedentes de Monzón, instalados en Huesca a mediados
del siglo XVI, donde él ejercería su influencia, poseyendo
diversas propiedades rústicas y urbanas. En el año 1628 sería
probada su infanzonía y la de su familia.
A lo largo de su vida desempeñó
cargos diversos en Huesca. Caben mencionar el de prior de jurados
(1675-76) y el diputado del Reino de Aragón (1671-72). Su intervención
en la guerra de la Cataluña (1642) fue importante y se efectuó
al mando de una de las compañías de la ciudad. También
tuvo destacaba participación durante la peste de 1651-52 que
asoló la ciudad de Huesca. Se le nombró gentilhombre
de la Casa del rey Carlos II en 1677.
En 1626 contrajo matrimonio con
Catalina Gastón, una jovencita de 13 años, de la que tuvo 14
hijos y que solamente sobrevivieron siete. La herencia de Lastanosa
iría a parar a manos del último de sus hijos -Vicente Antonio-,
quien moriría sin descendencia; de este modo, dicha herencia
la recibiría otro de sus hijos -Juan Francisco-, clérigo con
descendencia familiar, que más tarde colgaría los hábitos para
casarse legalmente.
Lastanosa es hombre influyente
en todas las materias del saber humano, de las que se procura
oportuna y abundante información. Además de mecenas destaca
como coleccionista. Lastanosa gozó de excelentes amistades en
el mundo de las letras, como queda patente en los escritos de
Gracián, quien lo elogia extensamente. Pero también los investigadores
y estudiosos de Lastanosa, lo han promocionado internacionalmente.
A Lastanosa le cautivaba el estudio
y coleccionismo de las monedas. De esta materia publicó dos
libros. Uno de ellos, en 1645, acerca de las monedas ibéricas;
y el otro, el año que murió (1681) y que fué un "Tratado
de la moneda iaquesa". También la química (alquimia) despertó
el interés de Lastanosa, hasta el punto de que durante tres
años hospedó en su palacio, al alquimista y sacerdote de origen
italiano, Nadal Baronio, que preparaba para él oro potable,
que al parecer obraba efectos prodigiosos para la salud.
Mantuvo estrecha relación
intelectual con Vincencio Juan de Lastanosa, Juan Francisco
Andrés de Uztarroz y Diego José Dormer -ambos Cronistas del
Reino de Aragón-, Manuel Salinas, Francisco de Artiga, Diego
Vincencio Vidania, Ana Francisca Abarca de Bolea, Juan Francisco
Montemayor y el pintor Jusepe Martínez.
La familia Lastanosa vivió en
su palacio del Coso de Huesca -ciudad natal de Vincencio-, a
la altura de lo que hoy se corresponde con los nº 27-29, frente
a los Jesuítas. Este notable edificio tenía en su fachada una
torre rematada por una estatua de Hércules, que sostenía sobre
sus hombros el globo terráqueo. En esta casa existía una espléndida
biblioteca (además de otras grandes colecciones) con al menos
1.000 obras, según consta en un catálogo conservado en Estocolmo.
El resto de objetos coleccionados, comprendían desde pinturas
y esculturas, monedas, camafeos, armas, fósiles, piedras preciosas,
... hasta mapas e instrumentos científicos. Estas colecciones
resultaban muy comunes en Europa en la época que nos ocupa.
Detrás del palacio, existían unos
hermosos y espectaculares jardines que se corresponden con la
parte antigua del hoy Parque Municipal de Miguel Servet. El
famoso jardín de Lastanosa se dividía en cinco partes.
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1.- Espacio
contiguo al Palacio, que incluía: Un pequeño
jardín cuadrangular, al que se accedía por una puerta en la
que estaban representados Vertumno y Flora; en su interior había
un surtidor, un “arroyo” (seguramente, una acequia) y una estatua
del dios Término. Una calle cubierta con parras y adornada con
árboles y plantas que terminaba en tres puertas, en las que
estaban pintados:
• los dioses Júpiter y Juno con el águila y los pavos.
Por esta puerta se accedía al resto de los jardines.
• el dios
Neptuno montado sobre un tritón. Por ella se entraba a una “plaza”
rodeada de pequeñas construcciones en las que se criaban aves
(desde pavos a gallinas).
• el pájaro Ibis (era la puerta de
una letrina).
El resto de los jardines, con mucho su parte más extensa, presentaba
dos calles perpendiculares entre sí, adornadas con rosales y árboles frutales.
La más larga, que corría en sentido este-oeste, era la continuación de la calle
cubierta con parras que acabamos de mencionar, y nacía, justamente, en la puerta
con los dioses Júpiter y Juno.
Estas dos calles dividían los jardines de Lastanosa en cuatro partes:
2.- Zona
Sureste. La mayor de todas. Su elemento más destacado
eran dos largas calles en aspa, que formaban en su centro, al cruzarse,
una “plazuela” redonda en cuyas entradas había estatuas hechas de ciprés.
3.- Zona
Suroeste. Constituía el espacio menos sobresaliente
de los jardines; al parecer, se utilizaba como era.
4.- Zona
Noreste. Se trataba de un largo rectángulo, ornamentado
con árboles, rosales, madreselvas, jazmines y mosquetas.
5.- Zona
Noroeste. Sin duda, la más espectacular. En ella
había:
• un primer jardín, con rosales y árboles.
• la casa
del jardinero.
• una “plazuela”.
• un gran estanque navegable
(contaba con una góndola que disponía de embarcadero propio)
Estaba adornado con estatuas de un tamaño considerable de los
dioses Neptuno y Venus, y en su centro se levantaba un singularísimo
islote circular.
• un laberinto, seguramente vegetal, rodeado
en tres de sus lados por una calle cubierta.
• un lavador, junto
al canal de desagüe del estanque.
• y un último jardín, en el
que, entre otras plantas, se cultivaban tulipanes.
Existe la creencia de que en
estos jardines habitaban animales salvajes (en concreto, un
león, un tigre, un leopardo, un oso y dos avestruces) y la presencia
en ellos de singulares jardineros franceses que los cuidaban,
con monsieur Esquillot a la cabeza; pero estas particularidades
parecen no corresponderse con la realidad en esa Huesca del
siglo XVII.
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