Un
agradable pueblo
flanqueado por Loarre y Bolea
Lugar de La Sotonera, en la provincia
de Huesca, con alrededor de 200 habitantes. Su altitud es de
761 metros sobre el nivel del mar. Dista de Huesca 26 kilómetros.
El gentilicio es aniesino..
Para llegar, se parte de la gran
llanura de la Hoya de Huesca, desde la carretera de Ayerbe,
para buscar el monte, allá donde la sierra se dividirá
en dos (aunque continúa fusionada entre sí) para generar las
sierras de Loarre y de Gratal. La ruta puede realizarse tomando
el desvío en Esquedas, por Bolea, o bien desde Ayerbe, por Loarre.
La carretera secundaria se curvará al pié de la montaña;
luego seguiremos por el desvío que conduce directamente
a Aniés. Pueden contemplarse a un lado y otro de esa carretera
los extensos campos de labor. De la tierra emergen roquedales,
a trechos, que asoman su firmeza a la vista del viajero. Las
carrascas son anticipo de los pinos. Se huele a ontina y romero.
Aniés pertenece al municipio
de La Sotonera, que tiene su capitalidad en Bolea. Su censo
ha ido descendiendo con los años. En 1978 llegó a contabilizar
doscientos treinta y seis habitantes.
El casco urbano de Aniés se recuesta
en la vaguada. Su trazado es regular, con predominio de la línea
recta en las calles, que resulta imposible, a medida que se
va alcanzando altura, en dirección al santuario de la Virgen
de la Peña, que está situado "entre las antiguas y nobles
villas de Ayerbe y Bolea, a raíz de las montañas de Jaca
- escribió el padre Faci en 1739-, sobre una peña o peñón
altísimo, que la naturaleza dispuso allí para trono de nuestra
Reina: mirada la elevación y cuan cortada está aquélla, se representa
antes de experimentarse, como imposible la subida a su cumbre,
y experimentada, se halla siempre difícil y naturalmente peligrosa,
porque no hay, ni puede haber otro ascenso, que el que ha fabricado
la devoción, más que el arte, formando en la misma peña viva
unas gradas que la van circundando ...".
La cruz de término de Aniés ha presidido
siempre el camino del cementerio. El núcleo urbano se estira agrupado,
como si tratara de enlazar el monte y el llano. La tierra va perdiendo
la capa ocre para vestirse de verde, que en la altura será mas intenso.La
iglesia parroquial es de planta de cruz latina, de una nave y ábside
poligonal. Se cubre con bóveda de lunetos, y el crucero con cúpula ciega
sobre pechinas. El origen fue románico, como la portada, con seis arquivoltas;
también es románico todo cuanto resta de la antigua construcción.
Después llegaron las consiguientes obras de ampliación, que modificaron
la primitiva estructura. Estas reformas datan del siglo XVIII. La torre
campanario se yergue esbelta, y es también de época posterior.
Cuando la montaña queda próxima,
las ermitas se prodigan. Las advocaciones buscaron su asiento
en los lugares más inaccesibles, quizás porque así estaban
más a salvo de los infieles. La reconquista plantó sus banderas
y sus devociones siempre en las alturas máximas. En Aniés, se
cuentan hasta cuatro ermitas.
Son construcciones que se corresponden
con la misma época; por lo general los siglos XVII-XVIII, salvo en aquellos
casos donde la roca sirvió de refugio a la correspondiente advocación.
La ermita de San Cosme, del siglo XVII, se compone de una nave con dos
tramos, y la de Santa Bárbara, de una nave rectangular, con un pequeño
atrio antecediéndola. Se mantuvo la devoción, aunque los edificios llegaron
a amenazar ruina. No ha sucedido igual con la ermita de San Cristóbal,
situada en la cavidad de una roca, con tres tramos, ejerciendo el central
como eremitorio.
La ermita de Nuestra Señora de
la Peña, a tres kilómetros de Aniés, fue capaz de mantener su
antigua prestancia. "Está en medio de los peñascos de su
sierra, que para subir a ella hay que aprovechar la escalera
practicada en las mismas rocas, y luego, una vez en la cumbre,
descender por unos escalones de igual clase, hasta llegar a
una pequeña plaza..." A un lado queda la ermita y al otro
la hospedería. El lugar es por demás pintoresco. En el centro
de la plaza se ve una pequeña cueva, guardadora de la imagen
de la Virgen, según la tradición.
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El padre Roque Alberto Faci
hace este relato del milagroso hallazgo: "Habiendo un caballero
militar de los que guarnecían el vecino castillo de Loarre,
salido a caza por aquellos montes y sierras con un halcón, soltólo
contra una perdiz distante, la cual, huyendo de su cruel enemigo,
se arrojó dentro de la mencionada hondura, a donde en
seguimiento de la perdiz prosiguió su vuelo el halcón. Hizo
éste allí tan larga mansión sin volver a las manos de su dueño,
que temeroso de perderlo éste, comenzó a hacer las diligencias
para recobrarlo. Quiso bajar a aquella hondura, mas siendo por
entonces imposible (sin las gradas de piedra que hoy tiene),
dispuso que bajase un criado atado a una larga soga; llegó
éste a lo profundo y allí como misterioso, sobre maravilloso
retablo compuesto de una pomposa zarza, en cuyo lado derecho
estaba la imagen de Nuestra Señora y en el siniestro la perdiz
viva, como bajo el sagrado de aquella Reina Soberana; y así,
aunque ladeada del halcón, libre de su crueldad, pues este,
como olvidado de su sangriento instinto parecía estar como suspenso
y admirado de ver en tan oculto sitio un tan hermoso espectáculo.
Pero más lo admiró el devoto cristiano, viendo allí unidas
la sombra y la luz (digo), a María Santísima y la zarza, para
desempeñar en término de Aniés la gran misión de Moisés en el
monte Oreb. Volvió el caballero, como noticioso ya de aquel
tesoro, más feliz a su casa, y comunicando a los cristianos
tan feliz noticia fueron en procesión al sitio, y sacando de
él la imagen la trasladaron a la antiquísima iglesia de San
Pedro Apóstol, que por entonces había en la raíz de dicho peñasco;
hoy sólo hay vestigios de ella y de algunas fábricas vecinas,
que en Aniés entienden haber sido de templarios; de que es no
pequeña conjetura ser hoy Aniés encomienda de caballeros de
San Juan, que sucedieron a los del Temple en muchos bienes y
lugares. Afirma la misma tradición que desde dicho templo de
San Pedro se restituyó la imagen, una o más veces, al cóncavo
de aquel peñasco donde fue hallada por el criado y caballero,
por lo cual, venerando los de Aniés la expresada voluntad de
Nuestra Señora, le erigieron devotos en aquel cóncavo
la iglesia en que hoy se venera; por estas últimas circunstancias
debe llamarse aparecida dicha santa imagen, por más que las
primeras sólo insinuasen hallazgo milagroso. Se conserva en
dicha iglesia una memoria escrita, aunque con letra no muy antigua
(pero sin duda trasladada de otra, u otras muy antiguas), en
que se dice: "Esta aparición sucedió en los años
de 903...".
Aniés venera a la Virgen de la Peña como patrona y celebra su fiesta
el 8 de Septiembre.
La tradicional romería tiene
lugar el 8 de Mayo y a ella se suman también los pueblos de
Rasal y Bentué. Una vez arriba -lo que representa un gran esfuerzo
para los peregrinos- hay que descender cuarenta y dos escalones
para llegar a la ermita, situada en el fondo de la cavidad,
y después volver a subir para alcanzar la hospedería.
Una fuente,
que dicen de agua milagrosa, sacia la sed del romero.
Aniés es todo paisaje,
causante de sorprendentes sensaciones, tanto desde el pueblo
como desde la ermita. En el mismo casco urbano, cerca de la
parroquial, hay un mirador que muestra una bella y amplísima
vista, en la que se halla al fondo el majestuoso castillo de
Loarre. Esa contemplación logra evocar tiempos lejanos.
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